Baño fresquito ( Alexander Silverman)

No hacía mal tiempo aquella mañana, pensaba mientras mis zapatillas se llenaban de tierra mientras caminaba por aquel camino. De hecho, comparado con los últimos días, hacía un tiempo fantástico, a pesar de que se notaba que estábamos en primavera, pero al menos no hacía un día de lluvia. A mi normalmente me encantaban esos días, pero nunca estaba de mas algún día en el que se pudiera pasear tranquilamente, como hacía yo en aquellos precisos momentos. Hacía tanto tiempo que no hacía algo tranquilo, que no me sentía como alguien normal. Pero quería sentirme así. Y eso era lo que estaba haciendo. Las personas normales caminaban cuando hacía buen tiempo, ¿no? O al menos, cuando no hacía malo.

Solo que la gente solía saber a donde iba. Yo simplemente había echado a andar, y a ver a donde me llevaban mis pasos, sin tener en cuenta que no tenía ni idea de por donde iba, lo que suponía que no sabía el destino al que llegaría ni tampoco como volver a mi casa. Pero eso no me importaba en aquellos momentos. Solo pensaba en el buen día, en mis pies arrastrando la tierra del camino, y el hecho de que estaba haciendo las cosas como una persona normal, algo que no había sucedido desde hacía mucho tiempo. Era una sensación agradable, la verdad. Con la cabeza libre de preocupaciones, podía pensar en cosas banales y sin ninguna importancia, porque no quería que aquel día los malos recuerdos y pensamientos me llenaran la mente.

Pronto mis pasos me llevaron a un lugar precioso: se trataba de un lago. la luz incidía en el, arrancando destellos que hacían que se viese mucho antes de llegar a su orilla. Nunca había oido que en aquel lugar hubiera un lago, pero mi descubrimiento me encantó. En mi ciudad natal no teníamos muchos de aquellos, pues era una ciudad llena de edificios y carreteras, sin ninguna posibilidad de que algo tan natural como aquello pudiera desarrollarse en ese ámbito urbano. Pero allí si podía. Estaba en medio de su elemento, en la naturaleza, donde debía estar. Era tan diferente a mi hogar, que en esos momentos me olvidé de pensar en todo lo que había dejado atrás, para centrarme en todo lo que tenía por delante. Tal vez un simple lago no fuera gran cosa, pero era mucho mas que lo que había tenido antes.

Me acerqué a esa gran masa de agua, mirando mi reflejo en su suave superfice. Un yo deformado por los suaves movimientos del agua me devolvió la sonrisa. Aunque no era lo único que había allí abajo. Una cabellera se agitaba suavemente bajo el agua, mecida por las corrientes que había bajo el agua del lago. Había alguien allí sumergido, lo cual me dio el gran susto de mi vida, al créeme yo solo en aquel lugar. Pero, ¿que hacía allí abajo? Oh, dioses, ¿respiraba siquiera? No me atrevía a meterme en el lago para comprobarlo. Seguro que, con la suerte que yo tenía, acababa yo muerto en el lago también. -¿Hola?.-pregunté con cautela y cierta timidez. Sabía que si estaba muerto de poco serviría, y además habría perdido un tiempo valioso si estaba vivo pero ahogándose. Y si solo estaba buceando como también podría ser, bueno, pues le habría fastidiado la diversión. Cosa normal en mi, por otra parte. Pero solo quería saber si estaba bien, si lo estaba luego me apartaría y le dejaría en paz para que siguiese con sus cosas. No pasaba nada, solo quería ayudar. No había nada malo en ello, ¿no?

Reprimí un suspiro de alivio al ver que la persona a la que pertenecían aquellos cabellos estaba sana y salva. Realmente me había preocupado un poco, y eso que no conocía a la persona ni nada, pero me alegraba mucho que no estuviera muerto. La muerte de una persona siempre era un acontecimiento muy trágico, y no se lo deseaba a nadie, ni siquiera a alguien que no conocía, como era aquel muchacho. Me sentí muy aliviado, la verdad, cuando oí la voz del chico dirigida hacia mi, aunque a la vez me sentí también un poco idiota.

Porque, como siempre, había pensado cosas que no eran, montándome mi propia película totalmente distinta al trascurso de los hechos. El chico no se estaba ahogando, míralo, estaba allí moviendo sus brazos tranquilamente con el fin de mantenerse a flote. ¿Te parece a ti esa una actitud propia de alguien que se ahoga? Claro que no. Probablemente el chico sabía nadar, sino no se hubiera metido en el agua. Yo no sabía nadar, y por tanto no me metía, pero si él estaba dentro, eso significaba que si sabía. De todas formas, a veces los mejores nadadores también tenían accidentes, como podría haberle pasado al chico, pero era evidente que no era así, por lo que no debía preocuparme por él. Quizás debería preocuparme de lo estúpido que estaría pareciendo en aquellos momentos.

-No, nada, estoy perfectamente, gracias.-le respondí, todavía con algo de timidez en mi voz. Oh, vaya, seguro que ahora tenía una pinta de estúpido que no podía con ella. - Es que te he visto tan quieto, que pensé...bueno...creí que tenías problemas...quería asegurarme de que estabas bien.- terminé, pasándome una mano por el pelo en un gesto nervioso, revolviendo mi ya de por si revuelto cabello. Las relaciones sociales no eran lo mío, eso estaba claro. No podía ni siquiera responder a una pregunta tan sencilla como aquella sin que en seguida se me encendieran las mejillas. Mira que podía llegar a ser tonto a veces. -Lo siento si te he molestado o algo, no era mi intención.-le aseguré rápidamente, pues no quería que se llevase una mala impresión de mi. Ya me costaba hablar con la gente normalmente, y no quería que, para alguien con el que hablaba, se llevase una impresión equivocada de mi.

Lo oí olfatear varias veces. ¿Que pasaba? ¿Acaso olía mal? Pero si me había duchado aquella mañana...Con todo el disimulo con el que fui capaz, olí la chaqueta que llevaba puesta. No, no olía mal. ¿Y mi pelo¿ Me pasé una mano discretamente por la cabellera, que luego llevé a mi nariz como quien no quiere la cosa. Pues tampoco, solo olía a mi champú de siempre. Entonces, ¿que pasaba? De repente una bombilla se me iluminó en la cabeza. ¿podría haber captado mi olor de licántropo? Si lo hubiera hecho, entonces significaba que no era humano...¿que era entonces? No era vampiro, pues lo habría olido nada mas llegar. Pero no sabía que otra cosa podía haber. Mi contacto con las otras razas había sido limitado, y no sabía que clase de criaturas podía haber por allí. En mis ojos se dibujó la curiosidad, aunque no dije nada al respecto. No quería ser maleducado.

Nuevamente contuve un suspiro de alivio al ver que el muchacho no parecía enojado ni nada. Sabía muy bien que había gente que se enfadaba si te metías en sus asuntos o si les molestaba un desconocido. A aquel muchacho le habían pasado las dos cosas conmigo, y no parecía que su cara mostrara rastros de hostilidad o molestia, todo lo contrario, parecía un tipo la mar de agradable. Pensé en lo difícil que era encontrar personas agradables en el mundo. Claro que había muchas, pero la mayoría de gente era un poquito borde, al menos la que yo había conocido solo la superficie de ellos, pues las relaciones con las personas no eran precisamente mi fuerte. Pocas veces me había dirigido una sonrisa un desconocido, o alguna prueba de afecto de alguien agradable. Pero eso no es lo que la gente suele mostrar a los desconocidos. Normalmente están tan afanados en sus propios asuntos que los desconocidos no significan nada para ellos, por lo que no merecen un trato preferentemente agradable. Aunque eso no significaba que fueran malas personas, solo que no trataban con desconocidos. Siempre nos habían enseñado que no había que hablar con desconocidos. Tal vez fuera eso.

-Encantado de conocerte, Chace.- le dije, con una sonrisa tímida en la boca. Realmente si que estaba encantado de conocerlo, yo no conocía a mucha gente ni tenía muchos amigos, y el conocer a alguien así de repente me hacía sentir la mar de emocionado. Eso no me pasaba todos los días.- Claro que puedes saberlo.- le respondí, todavía con aquella sonrisa.- Me llamo Alexander, aunque puedes llamarme Alex, para abreviar.- le contesté. Sabia que mi nombre no era tan guay ni tan raro como el suyo, pues sabía de mucha gente que se llamaba igual que yo, era un nombre bastante común, en realidad, como lo era yo. Un chico muy común, que no destacaba en nada. Común, como toda la gente del mundo. Sin nada que me diferenciase de los demás. Bueno, una cosa si. Pero no era algo de lo que estar precisamente orgulloso.

Aparté la vista, repentinamente, cuando el muchacho salió del agua. Pues su cuerpo solamente se hallaba cubierto por un bóxer de color oscuro, en una sustitución de un bañador con el que se habría bañado. Realmente me ponía un poco incómodo, la verdad. Yo no estaba acostumbrado a ver cuerpos en....ese estado de desnudez, aunque fuera tan parcial como lo estaba ahora mismo el muchacho frente a mi. Y tenía que admitir que el chico no estaba nada mal....de hecho estaba bastante bien. ¡Hey, no! Deja de mirarle, pareces un pervertido. Y yo no era un pervertido, ni quería que el pensara que era algo que no era. Procuré no mirar mucho al cuerpo del muchacho.

-Y...eso....hum....¿que haces por aquí?.-pregunté, aunque solo quería hablar de algo. pues sabía que estaba para venir a nadar. Mira que hacía preguntas estúpidas a veces. ¿No quedaba suficientemente claro? Ya sabes, verlo aparecer del lago, con un boxer a modo de bañador....¿es que eso no te da ninguna pista¿ Que estúpido podía llegar a ser.

Chace parecía que se había dado cuenta de lo incómodo que me sentía al verlo en ese grado de desnudez. Tal vez a otras personas no le hubiera molestado en absoluto, ya que no era un espectáculo nada desagradable de ver, pero yo era muy cortado para esas cosas. Si ya alguien sin camiseta me ponía la mar de nervioso, no te contaba el punto de nerviosismo que pude llegar a tener con aquella visión. Tuve suerte de que se diera cuenta de ese hecho y fuera a buscar sus ropas, aunque se las puso sin secarse antes. Pensé que debía sentirse algo incómodo con ello, pues ponerse la ropa sobre la piel mojada era algo incómodo de verdad. Yo lo había experimentado las pocas veces que había ido a la piscina de pequeño, y realmente no era nada agradable, por lo que mentalmente agradecí aquel gesto al muchacho. Pensé en lo transparente que podía llegar a ser, si un relativo desconocido como Chace podía saber lo incómodo que me sentía al verle así, solo con mirarme. No es que me gustara demasiado que la gente pudiera ver lo que sentía a cada momento. Me hacía sentirme incómodo, como si todo el mundo pudiera ver en el interior de mi cabeza y, la verdad, no me gustaba aquello. Había cosas en mi cabeza que no quería que la gente viera ni supiera.

Negué con la cabeza cuando oí la pregunta del joven. La verdad es que no me tentaba nada el meterme en el agua, principalmente porque no hacía tiempo para ello. Era cierto que el tiempo no era tan malo como estos días atrás, pero de ahí a darme un baño en el agua de aquel lago que parecía tan helada...además, estaba el pequeño problema de mis nulas capacidades para nadar .- No, no me dan ganas. Es que no se nadar, ¿sabes? Seguro que en cuanto me meta me voy al fondo y de ahí no me saca nadie.- mascullé en respuesta a su pregunta.

Le miré sorprendido cuando escuché su revelación, pues no me la esperaba de ninguna de las maneras. Parecía que había acertado cuando había supuesto que Chace no era humano. Ahora la pregunta acerca de que era él cobraba mas fuerza. ¿Acaso era un enemigo? Pero parecía un tipo tan agradable...no podía ser. Pero él decía que no me iba a hacer daño ¿Debía creerle? Quería hacerlo, pues no quería creer que para una persona que conocía fuera una mala persona que quisiera hacerle daño. Desde el exterior se podía ver perfectamente la batalla que se libraba en mi interior, pensando en que hacer a continuación, si creerle o no creerle. Decidí hacerlo, al menos, de momento. No había motivos para no hacerlo. Todo el mundo se merecía el beneficio de la duda, ¿no? - ¿Como lo sabes?.- le pregunté, visiblemente desconcertado.- Tu...tampoco eres humano, ¿verdad?.-le miré, con renovada curiosidad hacia su persona. Lo había notado al principio, pero no le había dado mayor importancia hasta que había revelado que yo no era del todo normal. Pero él tampoco era normal. ¿Debía asustarme? No parecía hostil, pero en realidad no sabía lo que era, si era alguien peligroso o no. Pero no lo parecía. Decidí esperar una respuesta. No parecía malo. Esperaba que no lo fuera.

Me quedé pensativo unos instantes, considerando de forma seria lo que el muchacho me ofrecía. No es que no me gustara el agua, en realidad,me parecía que estaba bien, pero de lejos. En cierto modo, la temía un poco. La veía como un peligro, algo que debía evitar, porque podía hundirme allí y no volver a regresar jamás. A ver, no le tenía miedo al agua en general, es decir, podía bañarme y beber de forma normal y no pasaba nada. Era en las grandes acumulaciones de agua cuando me preocupaba de verdad. Porque ahí es donde estaba el peligro de verdad. Ahí era donde un paso en falso podía hacer que me hundiese para siempre bajo el agua. Me imaginé allí abajo, inútil, agitando brazos y piernas en un vano intento por logar salir a la superficie para coger el oxígeno que tanto necesitaba y del que carecía en aquel momento. Una sensación de angustia se empezó a adueñar de mi cuerpo, como si no supiera que solo me lo estaba imaginando, y supusiera que ya lo estaba viviendo. Traté de apartar esas imágenes de mi cabeza, y cuando lo hice empecé a sentirme un poco mejor. Aquella repentina angustia comenzó a amainar un poco, aunque aun había posos de ella que hiciera que se me encogiera el estómago. Realmente sería una horrible forma de morir. Bueno, todas lo eran. Pero aquella especialmente me llenaba de terror.

-No hace falta que te tomes la molestia, en serio.-le respondí, mirando aun el agua con cierta aprensión. El solo hecho de meterme en aquel lugar era algo que no me gustaba en absoluto. Además, en aquella época del año seguro que el agua estaba helada. Si me metía allí dentro, acabaría pillando un resfriado, como poco.- No he traído bañador ni nada...además...no soy un buen alumno...tardo demasiado en aprender cualquier cosa. Pero muchas gracias por el ofrecimiento.- le agradecí con una sonrisa. Era un buen tipo. No todo el mundo que conocía se ofrecía tan alegremente y sin pedir nada a cambio enseñar a nadar a una persona que acababa de conocer. O al menos, las personas a las que había conocido yo no. Esa muestra de altruismo me hizo recuperar la fe en el ser humano.

Le dirigí una mirada extrañada cuando habló de mi olor...vaya, me había olido a kilómetros...si él había podido olerme, también podrían haberlo hecho otras personas, como por ejemplo algún vampiro...y ellos no me tratarían con la misma educación con la que me estaba tratado él. Si hubiera sido un vampiro, con toda probabilidad yo ya no estaría ahí. Me dije a mi mismo que debía ser mas cuidadoso, y tratar de que ese olor mío a licántropo pasara mas desapercibido por entre la gente. Claro que todos los que lo detectaban también tenían otras cosas que esconder, por lo que no me tenía que preocupar por si me consideraban un bicho raro...solo debía preocuparme por si me mataban. Bueno, algo es algo. -Oh, vaya....gracias....supongo- contesté, un poco azorado, fijando mi mirada en mis zapatillas llenas de barro. No sabía que contestación debía dar a eso...es decir..nunca me habían dicho que a alguien le agradaba mi olor, y aunque no fuese mérito mío, sino del lobo que llevaba dentro, aun así me tomaba aquello como una especie de halago, pues el lobo formaba tan parte de mi como los brazos o los ojos.- Es muy amable por tu parte.-comenté, una vez mas sin saber que decir. Había un dicho que decía: "si no tienes nada interesante que decir, es mejor que no digas nada". Pero yo no lo usaba. Pues aun sin tener nada que decir sobre eso, seguía diciendo cosas, aunque no tuvieran ni pies ni cabeza. Y eso me hacía quedar como un estúpido.

Escuché las palabras de Chace acerca de lo que él era, sin poder creérmelo del todo. Es decir...¿estaba ante un ángel? No me cabía en la cabeza, parecía tan humano...claro que nunca había conocido a ninguno, pero me los había imaginado mas lejanos a la imagen de las personas....de dos metros de altura, con alas blancas a la espalda, los ojos blancos, su cuerpo irradiando una luz blanquecina y una voz potente capaz de ser terrible y al mismo tiempo dulce. Pero Chace...bueno, era alguien bien parecido, eso estaba claro, pero si te lo cruzabas por la calle no pensarías que es un ángel...aunque, pensándolo bien, tampoco era tan descabellada aquella idea. Es verdad que mi idea de los ángeles era un tanto rocambolesca. Si hoy en día apareciera un ángel con el aspecto que yo me imaginaba, probablemente lo intentarían capturar y hacer experimentos con él. Era mas seguro hacerse a imagen humana, y así no le pasaría nada. Aunque también había historias en las que un humano muy bueno podía convertirse en ángel, como parecía que le había ocurrido a él. O al menos, eso es lo que le tendría que haber ocurrido. Porque tal y como acabó su historia, estaba claro que no era así. - Eres un ángel caído....-susurré, mirándole con la chispa de la curiosidad en mis ojos.- Como Lucifer...-comenté, aunque después callé, pues estaba claro que no era igual. - Perdón, no quería decir eso...-susurré después, sintiendo como el rubor de extendía nuevamente por mi rostro por aquella metedura de pata.-Es que estoy nervioso, nada mas. Es que...nunca había conocido a uno.-le dije, mirándolo nuevamente con curiosidad, y con una nueva mezcla de respeto y reverencia. Era un ángel, o al menos iba encaminado a ello. Por lo tanto, era alguien a quien venerar. Superior a mi. Bueno, eso lo era todo el mundo, pero él mas que nadie, pues procedía del cielo, de Dios. No es que yo fuera una persona muy devota, pero tenía un respeto por la figura de Dios. - Lo siento.- le dije, refiriéndome a la negativa de Dios de dejarle entrar en el cielo. -¿Estás enfadado por ello?.-le pregunté con timidez. Yo no me habría enfadado por que no me hubieran permitido la entrada, pero si estaría muy triste. No creía que pudiera volver a sonreír si me pasara algo así. Pero él si lo hacía, y parecía que hacía una vida normal. Eso me hizo darme cuenta de la fuerza de aquel muchacho. Una fuerza que yo no tenía, y probablemente nunca tendría.

Me pregunté una vez mas a qué se debía aquel terror al agua. No podía ser tan malo, aunque no supiera nadar, era un lobo. Siempre podía nadar al estilo perrito. A los perros les funcionaba para no ahogarse, ¿no? Pues bien también podría hacerlo yo. Aunque no era tanto el terror al agua como el terror a lo que implicaba meterme allí dentro. No sabía nadar, por lo tanto me hundiría. Creo que era mas el temor a la muerte que el temor al agua propiamente dicha. Y no solo a la muerte, sino a lo que vendría después. Si es que venía algo. Yo siempre había sido una persona demasiado miedosa, y cuando me ponía pensar en aquellos temas tan esotéricos me asaltaba una vez mas la sensación de miedo que cada poco sentía. Era ese miedo a desaparecer, a dejar de ser yo, a dejar el mundo sin que nadie lamentase mi ausencia. Porque tenía que reconocer que, si en aquel mismo momento me lanzaba al agua para no volver a salir mas, a nadie le importaría. ¿Quién conocía a Alexander Silverman? ¿Quién lo apreciaba tanto como para lamentar su ausencia? No había hecho nada para ser recordado. El mundo seguiría igual, como si yo nunca hubiera existido. Era una perspectiva un tanto pesimista, la verdad.

Sentí la mano de Chace apoyada en mi hombro, lo que contribuyó a alejarme de aquellos pensamientos y volver a la realidad. Tal vez él si lamentaría mi muerte. "Aquel lobo con el que hablé una vez", tal vez pensaría. Me gustaba pensar que quizás el se sentiría un poco triste si me muriese. De acuerdo que no nos conocíamos de hace mucho, pero me reconfortaba pensar que lo haría. Solo eramos conocidos, pero siempre era triste que alguien muriese. Y si habías tenido una conversación agradable con ese alguien, todavía mas. O al menos, eso es lo que quería pensar. -¡Claro que me vería alguien!- le respondí, con las mejillas encendidas ante la sugerencia de que me bañase con mi ropa interior.-Me verías tú....además, no quiero traumatizar al mundo con esa visión...no se lo merece.-no consideraba mi cuerpo como algo digno de ser mostrado, la verdad. Era un acto de caridad el no mostrarlo al mundo. Además, no comenté que el hecho de que él también estuviera en calzoncillos no me iba a ayudar, sino todo lo contrario. Seguramente me pondría mas nervioso.

Me alegré por el hecho de que no le hubiera molestado mi comentario acerca de su similitud con Lucifer al ser un ángel caído. Lo cierto es que se parecían solo en eso, puesto que según la historia, él era un ser malo, y a mi Chace no me parecía un ser malvado. Tal vez hubiera cometido algunos pecados que no le dejaban entrar al cielo, pero ¿y quien no los había cometido? Yo mismo también había pecado muchas veces en mi vida. Tal vez por eso yo nunca llegaría a ser un ángel. Sacudí la cabeza para quitar esos pensamientos de mi mente.-Yo...me alegro de que no seas como él. Pareces un buen tipo. Lo cierto es que si fueras como él me habrías asustado...y no me habrías caído tan bien-le confesé con timidez. A mi nunca se me había dado bien decir lo que pensaba, y menos confesar que alguien me caía bien o no. Eran cosas muy íntimas para mi, aunque decir que alguien te cae bien es lo mas normal del mundo. Pero no para mi, que pocas veces le había dicho esas palabras a alguien.-Bueno, es que yo soy bastante curioso, pero a veces me paso un poco y la gente se siente incómoda - repuse. Tal vez fuera por eso por lo que mi lista de amistades no era muy extensa, porque era tan insoportable que nadie quería estar a mi lado. No los culpaba, por otra parte.

Me acerqué hasta el borde del lago, sentándome en el suelo. Mis pies se balancearon peligrosamente sobre la superficie del agua, aunque no llegaron a rozar el lago, pues me había asegurado de sentarme lo bastante lejos para que el agua no se manchase con el barro de mis deportivas. En mi mente resonaban aun las últimas palabras de Chace, acerca de los pecados que había cometido. Yo también lo había hecho. Al menos, dos de ellos. ¿Significaría eso que a mi también se me negaría la entrada? Pero yo no era un ángel...aunque con la mala suerte que siempre tenía para todo, seguro que al final pasaba. -Lujuria, envidia, gula...No es tan fácil ser un ángel como todo el mundo piensa, ¿eh? No es sencillo deshacerse de esa humanidad....-reflexioné en voz alta. Todos los humanos habían cometido alguno de esos pecados alguna vez en su vida, y no era fácil intentar no caer en ellos otra vez, aunque fueras un ángel. Sentí una pizca de compasión por Chace, pues se le había negado la entrada por el simple hecho de ser humano.No lo veía justo, la verdad.-Aun así, me parece un castigo injusto por el delito cometido. -le dije, fijando mi mirada en el agua.

Clavé la vista en los cordones de mis zapatos, llenos de barro por el paseo por el bosque. Se balanceaban con gracia cada vez que movía los pies de adelante hacia atrás, y yo los miraba como si eso fuera lo mas fascinante del mundo. Sabía que no lo era, y de hecho no era tampoco lo mejor que podía hacer en aquel momento. Si estaba solo, como acostumbraba, daba lo mismo que me pasara el día mirando el vaivén de mis cordones como si fuera mi programa favorito, pero si estaba acompañado de otra persona eso podía hacer que pareciera alguien raro. No era la clase de cosas que uno hace cuando tiene a alguien a su lado. La gente normal tiende a hablar, relacionarse, hacer bromas o, simplemente, intentar tener una conversación con la otra persona. Eso la gente normal. Pero yo hacía mucho tiempo que no era una persona normal, y eso de hablar no era lo mío. Además, todavía estaba algo avergonzado por las palabras que me había dirigido momentos antes. Por lo que había dicho, le parecía que tenía "buen cuerpo". Vaya, parecía ser que era el único ser humano de toda la Tierra que pensaba eso. Yo me encontraba en el bando opuesto, en el que pensaba que eso no era verdad, y que nunca habría osado pronunciar esas palabras sobre mi mismo. Lo mas probable es que Chace solo hubiera querido ser amable. A nadie le gustaba que le dijeran que no tenía un buen cuerpo, aunque yo supiera que era verdad. ¿Qué iba a decir el pobre? Tampoco es algo que se pueda soltar así, de pronto. Sería un poco descortés.-Creo que vas a necesitar gafas si eso es lo que ves.-mascullé ante su comentario.

Levanté la vista hacia él, justo a tiempo para ver la mueca burlona que se estaba formando en la cara del joven. Esa mueca estaba totalmente justificada, pues seguro que ahora mismo Chace estaba pensando el lo estúpido que yo era. Pues, como siempre, había hablado de temas que no tenía ni idea. ¿No sabría mas él de todo ese mundo, que era un ángel caído? ¿Que derecho tenía yo a hablar de esos temas, si lo único que era yo era una especie de mezcla entre perro y persona? Su conocimiento de ese tema seguro que sería mayor que el mío. Yo ni siquiera sabía de donde había salido la licantropía que afectaba a toda mi familia...¿que iba a saber sobre cuestiones celestiales? Aquellos temas me venían muy grandes, y no debía hablar de ellos así, tan a la ligera y sin ningún conocimiento del tema.

-No, no lo he visto.-reconocí.- Pero las cosas que cuentan de él...no son muy buenas. Lo que quería decir es que me alegra que no seas como cuentan que es él...porque cuentan que es malo. Y tu no me lo pareces. Solo decía eso- De repente, los cordones e mis zapatillas volvieron a tener esa fascinación anterior-¿Tú lo has conocido?-le pregunté, con una mezcla en la voz de curiosidad, cautela y temor. Hablar de esos temas siempre me había dado un poco de temor, la verdad. El diablo eran palabras mayores cuando se trataba de tener una conversación. No se debía bromear con esas cosas, podrían ser muy peligrosas. O al menos, eso era lo que pensaba.