De nuevo nos vemos {Lilith Delacourt}

El bosque definitivamente no era el mejor lugar para ir a pasear, ahí no había almas, ni nada que se le pareciera, sólo animales y un estúpido frío que me calaba hasta los huesos, aunque siendo mi naturalidad más cálida y gracias al tiempo que estuve en el inframundo, todo en esta realidad me parecía horriblemente helado. Sin embargo, a costa de mis propias quejas, ahí me encontraba, dando una caminata nocturna sin buscar nada en especial.

Mis brazos estaban cruzados abrazándome a mí misma para cubrirme un poco del clima. Llevaba una blusa sin mangas y unos jeans deslavados, zapatos cómodos perfectos para caminar por ese tipo de lugares, así que, descontando el aire helado, me sentía relativamente cómoda. Las hojas y ramas secas se rompían bajo mis pies mientras andaba sin cuidado alguno. En realidad yo no tendría por qué temer; en dado caso de que algún humano se acercara, quien saldría perdiendo sería él, sin duda.

Tarareaba una canción sin mucho interés cuando otra presencia se hizo presente. Un aire de...bondad y bien estar se mezcló con el aire y mi esencia. Sonreí ladinamente al reconocer sin mucho esfuerzo esa energía. Era un ángel, pero no cualquier ángel, sino uno que me estaba fastidiando la vida y se hacía el difícil frente a mí. Pude ver su espalda y sus alas retraídas contra la luz de la luna que brillaba radiante esa noche. Me saludó, como esperaba que hiciera, y luego se giró dejándome ver sus ojos claros entre la luz que traspasaba las hojas de los árboles.
—Ah, ya ves, el destino nos quiere juntos, Evan —respondí sugestivamente ante su comentario. No creía en el destino, en realidad, pero me gustaba ver sus reacciones ante mis insinuaciones —¿Y tú? ¿No deberías estar tratando de componer a algún humano? —repliqué caminando hasta donde se encontraba para quedarme cerca de él.

¿El destino? Lo que dijo me hizo sonreír divertido. ¿Cómo el destino iba a juntar a un demonio y a un ángel? Mis labios se elevaron, sonriendo de medio lado mientras miraba a mi acompañante, mientras llenaba el lugar con su esencia de mal y muerte que se mezclaba con la mía. Caminé sintiendo la tierra bajo mis pies, sintiendo la vida de la naturaleza a mi alrededor que intentaba escapar de la chica demonio. - Eso quisieras - bromeé un poco, ella siempre había intentado acercarse a mí, sin mucho éxito la verdad, pero a veces sentía los efectos de nuestros encuentros ya luego cuando estoy solo, reflexionando.

Escuché su segunda pregunta mientras veía como se abrazaba a su cuerpo. Al parecer este frío le estaba afectando. - ¿Quieres un saco o algo? - pregunté solo por aliviar su frío, siempre intentaba ser bueno aunque con el que trataba no lo fuera. Yo andaba sin camisa, agradecía que el frío de la madrugada no fuera tan fuerte para mí, ya me había acostumbrado. - Yo ya hice mi tarea de hoy, mis hermanas están terminando de trabajar. Creo que "ganaremos" - hice con los dedos las comillas, para Lilith esto también era como una carrera, o eso sentía yo. Los demonios "competían" para llevarse más almas al Infierno, nosotros al contrario, queríamos que esas almas fueran al Cielo. - ¿Y tú? ¿No deberías estar en un bar lleno de humanos bebiendo y mujeres de bajo perfil? - pregunté mientras quedábamos uno en frente del otro, mirándonos a los ojos, yo sin borrar mi sonrisa.

Sonreí de medio lado cuando respondió despectivamente. En realidad no era que yo lo creyera de verdad, pero si nos habíamos encontrado ahí, por algo era, tal vez hoy era el día en que el angelito caería, al fin, pues creer que sería yo la que sucumbiría ante los encantos de bondad era más que imposible. No me sorprendió que notara que el frío me estaba afectando, y aunque quisiera decirle que sí, mi orgullo era más poderoso que mi necesidad de calor, así que obviamente negué, primero con la cabeza.
—No necesito nada de ti, querido —respondí con poco interés. Como dije antes, tal vez lo necesitaba pero no iba a caer tan bajo recibiendo ayuda de un ángel, eso era denigrante para un demonio.

Sostuve su mirada como otras tantas veces había hecho, esos profundos ojos claros tenían algo que no había visto antes, no sabía con exactitud qué era aquello que atrapaba; sabía perfectamente que no debía quedarme en sus ojos por mucho tiempo o quedaría encerrada como una tonta. Solté una risita sarcástica cuando mencionó que ellos ganarían.
—Sigue creyéndolo, O'Connor, tal vez pase — claro que no lo decía en serio, era una forma divertida de burlarme de sus esperanzas cuando él y todos los de su clase sabían que el mundo estaba más que podrido.

Conocía a sus hermanas, otras igual de puras y piadosas como él. Yo no les agradaba, no por ser una demonio, sino porque ellas sabían las intensiones que yo tenía para su hermanito y, claro, su odio tenía razones.
—¿Yo? —pregunté sin esperar una respuesta, mentiendo las manos en los jeans —Creo, más bien, que quien debería frecuentar esos lugares llenos de gente mal sana tendrían que ser tú y tus hermanas. ¿O acaso se han dado por vencidos al fin? —ensanché mi sonrisa y me acerqué a él lentamente, hasta estar más cerca de lo que había estado antes. Sostuve su mirada y saqué una de mis manos para elevarla hasta su rostro. Con mi dedo índice acaricié el contorno de su rostro, sintiendo esa sensación extraña cuando nuestras esencias se mezclaban. —Vamos, Evan. Sabes que el mundo es más nuestro que suyo— me mordí el labio inferior insinuantemente frente a él. Seguramente se alejaría, como solía hacer cuando yo cortaba las distancias. Él podría ser muy santo, pero también era hombre, y los hombres tienen instintos y necesidades.