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'Cause tomorrow could be one day too late.



" Querido diario: Han pasado dos meses ".

Han pasado dos meses desde que a la historia de Mystic Falls dejaran de sumarse extraños asesinatos cometidos por animales del bosque. La fauna parece haberse calmado. Todos los habitantes de Mystic Falls han olvidado distintos incidentes, como la muerte de los Gilberts o la tragedia de la hija de los Donovan. Es una vez más, un lugar seguro. La sheriff tiene mucho menos trabajo que antes, y los comerciantes preparan su pueblo para la fiesta anual del lugar. Todo forma parte de una pintoresca historia del pasado.

Pero, todos conocemos que las apariencias pueden engañar ¿de verdad se ha terminado todo? La cuidada por los Gilbert y causante de un gran revuelo entre el gran número de adictos a la hemoglobina y los canes atados a la luna sí puede creerlo. Un buen día, tan rápido como vino con Stefan, todo se fue con él. El vampiro había recurrido a su única opción para salvar a su hermano, Damon, de una muerte sellada con el mordisco de un licántropo. Y ahora debía pagar por la cura. Klaus se llevó a Stefan de Mystic Falls, prometiéndole con la mirada devolverle al principio, y convertirlo en su compañero de caza: una máquina de matar.

Katherine Pierce, la vampira que supuestamente jamás se rendiría para conseguir al que era su vampiro, desapareció tras curar al mayor de los Salvatore. No volvieron a saber nada de ella en días; imaginaron que no volverían a verla. Mientras, en cuanto a los lugareños de Mystic Falls, la historia cambiaría su curso gracias a la desaparición de Klaus. Caroline haría olvidar a Matt definitivamente, al igual que la sheriff Forbes que, en un descuido, olvidaría su verbena y terminaría olvidando también. Mientras, Tyler, quién tras morder al mayor de los Salvatore no ha podido sino sentirse más que culpable, no ha desistido en sus intentos de conquistar a la rubia, sabiendo que ahora Matt vuelve a ignorar todo lo que sabía sobre el mundo sobrenatural, y tomando ese detalle a su favor. Caroline sabe lo que siente hacia el licántropo, a pesar de que ambos poseen condiciones opuestas. ¿Qué es lo que impide, pues, que comiencen una relación? Apenas Stefan desapareció, llegó al pueblo Samara Lockwood: sobrina de Carol y prima de Tyler. Sam nunca ha tenido demasiada relación con ellos, mas la muchacha alegó que sentía auténticos deseos de conocerlos mejor, de conocer Mystic Falls, y de alcanzar una vida más sencilla en un pequeño pueblo como aquel. Esta muchacha tiene mucho que esconder, pero no adelantemos acontecimientos. Por el momento, no ha facilitado las cosas entre su primo y Caroline, haciendo evidente la atracción entre ambos a ojos de la vampiresa. No obstante, sabemos que nuestra Barbie no se rinde tan fácilmente, y nunca pensó dejarle las cosas fáciles a Samara. Por su parte, Bonnie y el hermano de Elena, Jeremy se harían más fuertes con la pérdida de Jenna y John, siendo, además de novios formalizados, inseparables. No obstante, ¿qué le queda a Elena? Observar cómo los demás son felices.

Pero no todo ha desaparecido, no todo ha abandonado Mystic Falls. El mayor de los hermanos Salvatore dudó de esa extraña desaparición de actividad vampírica, y receloso decidió permanecer en Mystic Falls, siempre velando por la humana. Quizá en otras circunstancias, Damon no hubiera dudado en terminar de conquistar a la muchacha. Pero ahora la situación ha dado un nuevo giro. Más consciente que nunca de que le debe un enorme favor a su hermano menor, de que le debe la protección de la mujer que ama. Y más consciente que nunca de que... diantre. La echa de menos. Ella ha desaparecido, como todo lo demás. Katherine. Por su parte, Elena ve pasar los días, con Damon a su lado en ratos de eterno y lúgubre silencio. Más muerta que viva, a la espera de que alguien llame a la puerta de la mansión Salvatore, de que sea su rostro el que aparezca, sonriente, tras la madera. Esperanzas vanas, vacío. Lágrimas.

Y Damon hizo bien en esperar en el pueblo, permaneciendo siempre junto al lado de la humana. Porque una noche, tres individuos entraron a trompicones en la mansión, no rompiendo por poco la puerta principal. Tres individuos que conocían muy bien. O, al menos, que creían conocer.

Comenzando por el principio, Katherine escapó a Europa, donde ni siquiera pudo escapar de sus sentimientos, de sus miedos, de sí misma. Consciente de estar tomando la decisión más dura de todas su existencia, decidió ponerse en marcha y comenzar una nueva búsqueda: cómo acabar con Klaus. Porque Stefan no merecía rendirse a los pies del híbrido, pero sobretodo por ella. Porque ahora más que nunca, Klaus volvería a por la vampiresa. Y la próxima vez que moviera ficha, lo haría de forma eficaz, nada ni nadie podría detenerlo. Y ella moriría, sí. Detrás de aquellos a los que había amado. Katherine ya no tenía familia que perder, pero sí tenía a un ser amado. No. A pesar de haberlo afirmado en su momento, no se trata de Stefan. Porque no siempre fue él, a pesar de todo. En esta ocasión hablamos del mayor de los Salvatore. De aquel a quien decidió salvar, pudiendo escapar sin perder tiempo. Él también corría peligro. Todos correrían grave peligro mientras Klaus pudiera rondarles. Eso debía acabar.

Sin más demora, comenzó a investigar. No resultó nada fácil saber por dónde empezar. Poco había escrito acerca del mundo de los vampiros de lo que poder fiarse. Klaus no sólo era un vampiro original. Era un híbrido. Probablemente el único existente.

Sin embargo, los esfuerzos de la vampiresa dieron sus frutos. Fisgando grimorios antiguos, encontró los de una familia de brujas con antecedentes históricos interesantes. Una bruja de esta familia murió hace seis siglos en un pequeño valle, donde nunca perece la vida floral. Otra bruja, sin embargo, fue capaz de invocar un ejército de espíritus corruptos traídos del más allá que, aunque le costaron su propia vida, lograron acabar con la de un hechicero al que envidiaba. Cuentos para no dormir, leyendas. Y una pequeña esperanza de que parte de aquellas historias fueran ciertas. Que la magia de aquella familia fuera lo suficientemente poderosa para acabar con Klaus Smith.

Averiguar la existencia de aquella familia tan sólo fue el principio. Ahora sabiendo por dónde empezar, Katherine emprendió una búsqueda por Europa, guiada por sus instintos y lo poco más que pudo averiguar, confiando que quedaran descendientes. El apellido, Kroisz, dejaba en claro que la familia procedía de los países de Europa del Norte. La búsqueda en sí se complicaría cuando descubriera que los últimos miembros de la familia habían sufrido un terrible accidente -o, por lo menos, aquella había sido la historia oficial-. Fue en un orfanato donde encontró a la bruja heredera de la magia Kroisz. Diecisiete años, jamás llegó a ser adoptada por culpa de aquellas extrañas habilidades capaces de poner de los nervios a futuros padres adoptivos.

Y es que Zelinda, que así se llamaba la muchacha, siempre ha sabido que era una bruja, aunque nunca imaginó ser capaz de realizar las maravillas que Katerina esperaba que pudiera hacer. ¿Poseería la muchacha, realmente, las aptitudes mágicas de la familia Kroisz?

No tardaría en averiguarlo cuando trató de llevarse a la muchacha a la fuerza. Zelinda, en un momento de tensión, adrenalina desatada y miedo, dejó fluir su magia. Y con apenas una mirada, Katherine, vampiresa antigua inmune a tantos hechizos mentales de las brujas, quedó reducida con facilidad. No había duda: ella era su bruja esperanza.

Tras hablarle de Klaus y del peligro que suponía aquella criatura para todo ser vivo, Zelinda entendió que debía ayudarla. Nunca se creyó una bruja demasiado poderosa. No habiendo sido debidamente entrenada, la muchacha apenas dominaba pequeños truquitos de circo. Katherine tenía la esperanza de que, una vez volvieran a Mystic Falls, Bennett se encargara de enseñarla algún conjuro útil. Mas no podían regresar al pueblo de Virgina aún.

Primero, habrían de encontrar al vampiro, Stefan. Katherine le explicó brevemente a la bruja todo lo que había ocurrido con respecto a Klaus, y el motivo por el cual no podían volver a Mystic Falls sin él. Encontrar el refugio de Klaus fue insultantemente sencillo: no hubo más que indagar entre los vampiros correctos, hasta descubrir que se escondía en Rumanía. El plan parecía sencillo: entrar, sacar a Stefan y huir. Pero nada salió como lo planearon. La bruja escapó, y Katherine quedó atrapada en manos de los siervos del híbrido.

Allí estaba de nuevo. Tras haber creído burlar la seguridad de Klaus, volvía a encontrarse prisionera de este. Pero, en esta ocasión, Katerina no era su único juguete. Fue entonces cuando la vampiresa volvió a encontrar a Stefan. Mucho más degradado de lo que le recordaba. Un asesino sin piedad, la clase de vampiro del que huyó ser siempre. ¿Qué podía haberle echo cambiar? Las órdenes de Klaus no podían haber cambiado su forma de ser, de pensar. Pero, por lo visto, sí sus hechiceros. Bajo mandato del híbrido, los brujos de Klaus eliminaron parcialmente la memoria de Stefan Salvatore, facilitando su obediencia.

La mente del vampiro se mostró fuerte ante los hechizosde los seguidores de Klaus, siempre sujeto a un único pensamiento: Elena. La echaba de menos. Pero ahora estaba sola. Desprotegida. Tan sólo esperaba que su hermano, en un acto de buena voluntad, cuidara de ella en su ausencia, durara cuanto durase esta. Incluso si no volvía a verla... Y con aquella pequeña esperanza en mente, el Stefan de siempre se desvaneció.

La vampiresa, pues, se vio obligada a lidiar con el nuevo Stefan. Un Stefan de mente confundida, recuerdos borrosos, incapaz de pensar en nada más que no fuera la sangre. Sin embargo, al cruzarse sus miradas, algo pareció encenderse en la mente del vampiro. Un recuerdo vago. Algo que echa de menos. Alguien a quien echa de menos. Se dio cuenta, entonces, que aquella mujer, aquel rostro, despertaban en él sensaciones olvidadas. Recuerdos de lo que un día fue, ignorando que se confunde de muchacha. Que no es Katherine, sino la nueva réplica aquella que ocupa su corazón. Pero aquello era algo que todavía no recordaba.

La situación se mostraba complicada. Katherine perdió el contacto con la bruja esperanza al ser secuestrada por el híbrido. Probablemente, no volviera a saber de ella. Por el momento, tenía que centrarse en escapar. Pero no podía hacerlo sola; más aún, no iba a hacerlo sola. Necesitaba a Stefan, pero este ya no era el mismo vampiro que hace meses. Además, se mostraba receloso ante la imagen de la vampira a la que parecía echar lo suficientemente de menos como para observar horas y horas. Y al final, Katherine lo consiguió. Trató de hacer recordar a Stefan con los argumentos suficientes como para echar por los suelos los planes de Klaus sobre el Salvatore. Consiguió hacer que creyera en sus historias y finalmente, los dos consiguieron zafarse de Klaus. ¿Cómo? Es cuestión de brujos. Brujos y sus hechizos. ¿O deberíamos decir brujas? Y es que, rompiendo todos los esquemas planeados y, a pesar de todo, la pequeña esperanza de Katherine, la misma que podría suponer una esperanza para todos con respecto a la muerte definitiva del híbrido, regresó en ayuda de la vampiresa.

No, no nos engañemos. Katherine no acostumbra a caer bien, y aquella vez no fue una excepción. Pero la vampiresa había dejado las cosas claras como el agua: si Klaus estaba vivo, nadie estaba a salvo. Ni mucho menos una bruja como ella, cuya magia familiar podía acabar con el híbrido. Así pues, con el brillo de decisión en la mirada, Zelinda se plantó en la guarida de Klaus.

Nuestra bruja se estaba entregando en bandeja como alimento para el peligroso híbrido. ¿Queréis que os dé un consejo, amigos míos? Nunca os dejéis llevar por la dulzona apariencia de una bruja. Porque podríais cometer un grave error. Zel no estaba segura de poder enfrentarse directamente al híbrido, por lo que trató de facilitar las cosas: burló la seguridad de Klaus e hizo ademán de llevarse a Katherine rápidamente de allí. Atendiendo a la petición de la vampiresa, también salieron del refugio con Stefan quien, a pesar de encontrarse ciego por la sed, y consumido por la confusión que aquellos recuerdos difusos sobre una muchacha humana idéntica a Pierce, se vio obligado a viajar en silencio junto a sus compañeras, a la espera de encontrar la clave que le permitiera aclarar la situación.

Y así es, amigos míos, cómo Katherine y Stefan regresaron a Mystic Falls, entrando a trompicones por la puerta de entrada, trayendo consigo a la que debía ser su última esperanza: Zelinda. La bruja, desgraciadamente, todavía no tenía demasiado control sobre la magia familiar, y habría de lograrlo lo más rápido posible. La joven Bennett no dudó en convertirse en su mentora, y de ahí a congeniar como buenas amigas, sólo hubo un paso. Mientras tanto, nuestra pequeña esperanza no ha perdido el tiempo: apenas dio un paseo por el pueblo, se encontró con Matt Donovan, un humano rubio, guapo, y más que interesante, hacia quien sintió una atracción inmediata. El hijo de los Donovan no podría negar que la atracción es recíproca, mas todavía se siente atrapado en la compleja red de sentimientos que sentía hacia Caroline Forbes, y no está seguro de haberla olvidado.

La situación se ha vuelto... complicada, a la hora de maniobrar. El regreso de Katherine y Stefan ha traído sus consecuencias: ella se muestra fría, cruel y distante, incapaz de aceptar que necesitaba volver a Damon Salvatore. Él observa el rostro de la humana a la que amaba, Elena Gilbert, con impotencia; consciente de que siente algo por ella, de que necesita protegerla, pero sin recordar por qué. A petición del menor de los Salvatore, Alaric, actual tutor legal de Jeremy y Elena, le cede su pequeño piso a Stefan para asegurar la protección de la humana, sabedores de que Stefan se controla mucho menos que antes en cuanto a la sangre. Por su parte, Katherine decide mudarse junto a él alegando que el vampiro necesita una niñera más que nunca. Elena teme que la vampiresa vaya a tratar de conquistarlo en su ausencia, ignorando que lo único que Pierce pretende es huir de la mirada curiosa de Damon, incapaz de comprender por qué ha regresa y ha puesto tanto empeño en ayudarlos. Para complicar la situación, a oídos de Klaus no han tardado en llegar las buenas nuevas: la última descendiente de los Kroisz había sido hallada en compañía de los Salvatore. Loco de ira, Klaus se dispone a dar el golpe final: contando con la magia de aquella bruja, sus posibilidades corrían el peligro de empatarse nuevamente. No obstante, no flaquea. Envía a algunos de sus seguidores a Mystic Falls donde, no sólo harán reinar el caos y tratarán de matar a los Salvatore y a todos aquellos que los respalden, sino que trataran de volver a su última esperanza... en su contra.

Y aún más, amigos míos. Si ya el Consejo de Fundadores se ha encargado de complicar las cosas a los hermanos Salvatore, ahora pueden prepararse. Se rumorea que hay dos cazadores de vampiros ocultos en la espesura de Mystic Falls. ¿Podría coincidir esto con la llegada del nuevo profesor de biología? Mucho más de lo que nos gustaría. Porque, efectivamente, parece haberse puesto de moda ejercer la caza de vampiros y mantener una coartada como profesor de instituto. El problema es que este experimentado cazador no ha venido solo: ha seguido a su rebelde y egocéntrica aprendiz, Samara Lockwood... Sí. La misma que se ha encargado de poner patas arriba a los Lockwood asegurando querer conocer a la familia, cuando lo único que busca es exterminar a los bebedores de sangre del pueblo. Desde luego, esta chica no es quien dice ser. Probablemente, ni siquiera ella misma lo sabe. Quizás lo descubra cuando asesine a un humano, y active la maldición familiar. Los problemas están servidos.