La luna mi parla di te... (Sebastien)

¿Quien iba a creer que un demonio podía sentir esa clase de emociones?. Tenia una maldita rabia por sentirme tan desubicado en este mundo. y lo que me cabreaba era que no sabia porque razón me encontraba así. muy probablemente seria el lugar. no sabia porque había caído en el cementerio.
Ahí me encontraba sentado en la rama de un árbol en mitad de la noche pensando en todo y a la vez en nada.
La noche estaba bella como a mi me gustaban. una pálida luna llena alumbraba las copas de los arboles mientras una neblina cubría el moribundo césped. las tumbas un tanto abandonadas por el tiempo parecían camas vacías. como si nunca hubiera reposado en ella el cuerpo de un humano. Estaban muertos de todos modas ¿que esperaba?.
Un suave viento soplo acariciando mi rostro trayendo consigo un perfume. Era inconfundible, sabia quien andaba cerca. Podía diferenciar entre una raza y otra. me puse en guardia todo eso en milésimas de segundos, los suficientes para ponerme en posición de ataque de donde provenía el aroma.
De un salto baje del árbol cayendo suavemente sobre el césped sin ningún ruido. Una melena roja fue lo único que vi. Ella también sabia que estaba ahí. Estaba de espalda sin mosquearse siquiera de mi presencia.
-Hay algo que está de mas aquí -dije en un tono bajo y ronco, amenazador esperando que la criatura que me daba la espalda se diera cuenta con quien estaba compartiendo el territorio. Cosa que no me gustaba para nada.

La criatura se paro, dándome la cara. Un abundante cabello se extendía delante de su rostro pálida a la luz de la luna y unos penetrantes ojos azules.
Levante una ceja ante la observación.
Solté una ronca carcajada ante su comentario - Créeme que lo que cayo del cielo es lo que ha alegrado la noche.

Su mirada calculadora que me miro de abajo hacia arriba. Hice lo mismo, no era común encontrarse con un vampiro que no peleara a la primera instancia.
-¿Te gusto? -pregunte con ironía cruzándome al tiempo de brazos- cuando quieras puedes visitarme y contemplarme todo lo que quiera, ahora, porque mejor no te vas a buscar algo de tomar?

Sus ojos azules se clavaron en los míos con un gesto algo analítico, algo que me gustaba. se acerco, con paso decidió ubicándose frente a frente siempre sosteniéndome la mirada.

La miro fijamente ante su comentario. La vampiresa aun no sabia con quien hablaba, era comprensible. Unos seres que se comportaban como zánganos ademas de actuar por puro instinto. no pensaban eran mas bien locos arrebatados por la sed de sangre. Algo repulsivo si puedo decir. Encontrar cuerpos de humanos secos, vacíos, sin nada de sangre, me molestaba. pensar en que esos pudieron haber sido míos, sus almas era lo que mas necesitaba y esas sanguijuelas solo lo tomaban para saciar su sangre y para acabar de remate esa alma posiblemente podría ser regenerada por los ángeles quienes se encargaban de tomarlas de los cuerpo y convertirlas para que estuvieran en el paraíso. Los vampiros eran enemigos que debería eliminar, hacían mas pesado mi trabajo, de todos modos algo de diversión para variar no estaría mal.

Su voz delicada, seductora, con signos de control, de seguro era de esas que la usaban para sus fines personales. Quizás con los humanos, en mi no ocurrían tales efectos. podía diferenciar entre sus matices vocales.

Sonreí ante su respuesta, observando la mirada que me dedicada, su voz insinuante mientras recorría mi cuerpo. Al parecer esa noche iba a ser interesante. Así lo esperaba, ¿algo nuevo para variar?
Aun cruzado de brazos me acerque un poco mas, si es que era posible, y le susurre al oído:
-Vampiresa, créeme que no querrás probar mi sangre - murmuré - es muy especial, no se la brindo a cualquiera.
Aspire su aroma y me separe -¿Que hace un hijo de la noche en el cementerio?. ¿No deberias estar cazando a un hombre para dejarlo seco?

Alce una ceja ante su comentario. mirando sus acciones de "mujer" insinuadora. Algo en mi cabeza rió por lo bajo, como si eso que ella hacia ya yo lo hubiera visto miles de veces, y es que me recordaba a mis tácticas. Las que hacia solo por gusto pues no las necesitaba.

Fije en ella una de esas miradas analiticas. si, veia lo diferente de este vampiro, no era comun, era independiente, lo notaba en la forma como me miraba, hacia lo que mejor le pareciera, todo a su conveniencia. Me gustaba, no era otra mas del montón. De los que solo viven para saciar su sed de sangre.

Sonrio ante su respuesta. Otro punto no le importaba nada, cero discriminacion. No le importaba pararse ahi en posicion retadora, al parecer se enfrentaba con lo que le viniera encima.

-Típico de los vampiros, se dejan llevar por la sed, que tristeza-dije ante su comentario-Aunque pensándolo bien ustedes son una distracción para mi, algo como un espectáculo cuando estoy aburrido. ¿y sabes algo? saben bien a la parrilla.

Escuche atentamente lo que tenia por decir en esa aterciopelada voz de diosa que tenia.
Alce una ceja ante la similitud de pensamientos. -si, perfecto, no hay vivos, solo muertos y animales oscuros. Nadie sabe que tu y yo estamos aquí...-baje mi tono de voz hasta convertirla en un susurro algo insinuador- ¿Que podrian hacer un demonio y una vampireza en este paisaje tan inspirador?

Escuche su comentario, una sonrisa interna apareció en mi mente al pensar lo importante que se creían los Vampiritos zánganos con quienes me cruzaban. ¿Qué les haría pensar que eran mas que nosotros? No tenia ni idea, pero al parecer morirían con el engaño.

Mostré una sonrisa lánguida, observando a la vampiresa sin una pisca de emoción en mis ojos. Sus palabras no hicieran mella en mí, ni siquiera llegué a parpadear cuando aquella lengua rojiza y húmeda recorrió los labios carnosos en un acto plenamente provocativo. Enarqué una ceja, captando inmediatamente la atención de aquel gesto.

-¿Comernos mutuamente? –inquirí, manteniendo aún aquella fría sonrisa perfilada en mis labios. Me crucé de brazos, bajando la mirada hacia la pelirroja exuberante y observándola con fijeza mientras volvía a recorrerla de pies a cabeza.

- ¿O es qué lo único que deseas es estar allí sentada? –murmuré, en un tono bajo y ronco mientras me inclinaba hacia ella y le hablaba justo al oído, con una pequeña sonrisa curvando mis labios.

Aparté el rostro justo en el momento en que la mano femenina asiaba mi barbilla. Una sonrisa gélida se perfiló en mis labios mientras volvía a inclinarme hacia la mujer y le rozaba la mejilla pálida con la boca levemente entreabierta. No me agradaba en lo más mínimo lo que pretendía la vampiresa, pero un poco de diversión nunca caía demás.
Aunque pensándolo mejor, el lugar tampoco era de mi agrado. Tuve un repentino cambio de opinión respecto a encontrarme en un cementerio a un Vampiresa con esa mente. Era algo bajo de categoría.

-Ahora mismo, sólo deseo que tu para nada bienvenida presencia se aparte de mí. -le dije, sonriéndole con frialdad a la par que mis labios recorrían con rapidez su mejilla y mi lengua lamía lentamente el lóbulo de su oído. -En estos momentos no me agradas nada, querida. -Me aparté, echando unos cuantos pasos hacia atrás y volviéndola a recorrer con una mirada que decía más que claro que no me interesaban sus jueguecitos. Ella no era precisamente de mi tipo aunque ¿quien sabia? ¿Quien diria que en realidad esta vampiresa no era interesante?.

Solté un suspiro exasperado al encontrar la visión de su suculento cuerpo nada apetecible, no estaba de humor, no en esos momentos. Y volví la vista, ligeramente molesto por la presencia de aquella criatura. En otro tiempo, quizá en otro lugar, hubiese estado más atento pero no ahora. -Sí quieres algo de mí, tendrás que esperar para otro momento, vampiresa. Lamentablemente, ahora no haces más que asquearme.

-¿Gay? ¿Yo? –una carcajada escapó de mis labios, eché la cabeza hacia atrás y me reí a mi gusto. Sólo después de que el último sonido se silenció, volví a mirarla, conteniendo una sonrisa repentina. –Aunque este aburrido de las mujeres como tú, te demostraré lo contrario, querida.

Me acerqué a ella, extendiendo las manos para asir sus delicados hombros y en un acto de pura rebeldía, uní mis labios con fuerza a los suyos. Entreabriéndolos para que la punta de mi lengua recorriera la comisura de aquella rojiza boca, entreteniéndose con forzar a que ella me diera paso para introducir la lengua. Al mismo tiempo, mis manos se deslizaron de sus hombros, hacia abajo, abarcando su voluptuoso cuerpo en mis palmas, saciando la mínima curiosidad que había despertado a su sabor ardiente, tal y como sabría el Inframundo, caliente y tórrido. Mis manos asieron sus glúteos una vez alcanzaron aquella parte de su anatomía y forcé el beso, intentado ir más a fondo de lo que ella diera. Sí, me divertiría esta vez aunque sólo fuese una especie de obligación.

—Cariño, ¿realmente crees que soy homosexual? —murmuré para luego lanzar una carcajada divertida mientras observaba el andar de sus caderas redondeadas, ella me recordaba a las fieras demonios que habitaban en el Inframundo. Siempre buscaban más acción que sexo y, no podía negarlo, la idea era excitante en cierta medida. —Tú quieres divertirte un poco y yo igual. —le dije, lamiendo el lugar donde sus colmillos se habían introducido en mi labio. No me había afectado su ataque de rabia, en realidad, me había divertido muchísimo. Sí hubiese querido matarla por atacarme, lo hubiese hecho en un santiamén, pero veía muchísimos más beneficios en aquel voluptuoso cuerpo.

Sonreí con suficiencia, incorporándome con presteza sobre la lápida y sentándome encima de ella mientras mis ojos recorrían con osadía su anatomía femenina. Quizá, ahora mismo, lo único que me interesaba era un revolcón rápido, por lo cual me divirtió el hecho de que mi mente ya hubiese comenzado a desnudarla con sólo la mirada.

— ¿No quieres jugar conmigo a un juego de adultos? —inquirí, dedicándole una sonrisa ladina. —Claro, entendería perfectamente sí no eres capaz. Recuerda que, —mi voz baja una octava, volviéndose aterciopelada y seductora cuando la siguiente frase abandonó mis labios— el que juega con fuego, se quema.

Sentí un suave cosquilleo justo donde su suave mano me apretó, fue algo así como una caricia sin dejar de lado la mala intención del gesto: hacerme daño.

Sonreí para mis adentros al ver los fieros ojos de mi alterada compañía. Sinceramente no había sido mi intención fastidiarla pero el rumbo que había tomado la situación había sido...interesante. Aspire su dulce ahora cuando me lanzó su amenaza rozando suspicazmente mis labios, tanto como para deleitarme con su cercanía.

—Pero si eres muy agresiva—Respondí pasivo ante su incomodidad y sonrei socarronamente cuando fui lanzado fuera de su posicion—¿Asi lo has considerado? ¿Un juego?. Ahí no hay nada que hacer.

Escucho divertido su desprecio y la poca valoracion que me tiene. Sacudió ligeramente su cabello haciendolo danzar en ondas sobre su espalda cuando se apoyo en sus manos, dandome un perfil refinado de los angulos de su rostro ahora iluminada por la luz.

Miré mi reloj sin prestar mucha atencion a lo que me decia sobre mi ultimo cometario. Ya era mas de media noche, si aqui no iba a encontrar algo de diversion, fuera como fuera, me largaria, solo era otra vampireza mas vagando por Singing City. Me puse de pie y mirandola desde arriba le mostre una sonrisa de medio lado.

—¿Gato miedoso?—repetí soltando una corta carcajada sin asomo de gracia—Pelirroja veo que tienes unas raras comparaciones, me gustan los gatos, no sabes cuanto— Le dije sabiendo que ese comentario no venia al caso. Di unos pasos en direccion a la oscuridad de las tumbas que ahora estaban recubiertas por un manto de neblina—Tengo otras cosas que hacer, si solo te vas a quedar ahi sentada, entonces me largo. Pero si quieres desquitarte y joderme la vida, bienvenida seas.

Pasé una mano por mi cabello desordenado y quité algunas hojas pegadas en mi ropa.