Petición de Pre-determinados

Jueves, ocho de la tarde. Lyla camina tranquila a su hogar. Se encuentra bien, no tiene prisa. Sabe que puede llamar a una limosina si se le da la gana, pero prefiere caminar. Siempre le ha gustado caminar, desde que era una niña chiquita.

Ha pasado la tarde junto a Chelsea, simplemente hablando. Hacía tiempo que no se dedicaban unas horas a hablar de cualquier cosa, desde temas de mayor importancia a cuestiones superfluas. Y hasta aquella tarde, no se ha dado cuenta de cuánto lo necesitaba. De hasta qué punto, a veces, necesita concederse ese pequeño respiro de ser dueña de tanto dinero. No que se queje, a veces es bueno tener ese papel impreso, pero también a veces le saca de quicio. Sabe que cualquiera en su lugar habría estallado de agobio hace tiempo, no se explica por qué ella no lo ha hecho ya.
Sonríe con extrañeza al pensar que en su círculo de gente más allegada. Es por ellos, por quienes ella se mantiene fuerte. Porque sabe que es necesaria.

Suspira al ver a un par de niños observando una tienda de pasteles. Por la ropa, Lyla nota que son de bajos recursos. Lleva sus manos a su bolso, sacando un poco de dinero, suficiente para comprar algo. Comienza a acercarse, cuando un vehiculo toca el claxon tras ella. Lyla voltea, ahogando una maldición. Es su limo. ¿Es que esos salen de la nada? Niega, alzando su mano en señal de que esperase.

Corre en dirección a los niños, mientras les sonríe con dulzura. –Ey chicos, ¿quieren algo? –pregunta, mostrando el dinero.
Los pequeños asienten, con una mirada ausente. Lyla les toma de la mano, mientras observa hacia atrás. “deberían buscarse una vida”, piensa.

La tarde marca la caida del Día, pronto la luz plata de la Luna sale para iluminar con su esplendor y dejando salir a las sombras la noche, sin duda la vampiresa prefiere mil veces estar bajo los rayos plata de la luna que bajo los de astro rey. Recorre su habitación, ha estado ahí casi toda la tarde, corre las cortinas, mirando como se va debilitando el día, poco a poco el cielo se torna de diversos colores, provocando que la castaña ladee la cabeza hacia la derecha, sonríe con cierta maldad en el rostro, su esposo la sujeta por la cintura y besa el cuello, mientras esta gime por lo bajo.

-Pronto será de noche y muero de sed- musita entre pequeños gemidos ante el tacto de Marcus, aquel que desde hace poco mas de 100 años es su amante, padre de sus hijos y esposo. El vampiro le susurra al oído “Salgamos por alguna victima” Elizabeth sonríe nuevamente, girando con delicadeza y elegancia hacia su esposo, le observa y se pierde en sus orbes oscuras, mismas que le cautivaron desde el primer momento en que lo conoció.

-Me adelantare, así será mucho mejor… como los viejos tiempos-camina sujetando su camisa, desgarrándola poco a poco hasta que esta cae como harapos en el suelo –Así te ves mucho mejor querido- lo observa con bastante seducción enarcando la ceja, ya que luego de una exquisita cacería viene la recompensa. La vampiresa desciende las escaleras de la mansión con elegancia, los pocos se encuentran ahí presentes bajan la cabeza ante su presencia, debido a lo que la ancestral inmortal representa.

Una vez en la calle, la ventisca nocturna golpea su cuerpo, lo que provoca que cierre los ojos y sus cabellos se mesan danzarinamente por el efecto natural. Recorre gran parte de la ciudad, tratando de buscar a la victima idónea para ser su alimento y diversión, hasta que da con una mujer, una mujer hermosa, como aquellas doncellas que solía seducir y asesinar a sangra fría y sin piedad alguna. Camina hacia ella, le sonríe y acorrala contra el muro de un callejón, puesto que con las habilidades vampíricas, la joven humana no se percata del momento exacto en que fue prisionera de un inmortal.

-Tu tiempo termino, pequeña- musita delicadamente a su oído, descendiendo lentamente por su cuello que es relamido por la vampiresa, sin embargo, el aroma de su amado se hace presente –¡querido! Te estaba esperando, sabes que no puedo comenzar sin ti… ella es la primera elegida de la noche- desvía ligeramente la mirada hacia un costado, lugar en donde se encuentra Marcus, ya que estando cerca, es mas que evidente que el show esta por comenzar… ¡que comience el festín de la noche!